Puntual salía a escena la leyenda norteamericana Barrence Whitfield y, los no menos míticos, The Savage. En una noche calurosa, víspera del comienzo otoño,  el cantante y sus músicos venían desde Boston para subir, más si cabe, la temperatura ambiente y deleitarnos al ritmo del mejor rock and rock, blues y soul (sin olvidar que Whitfield no es delicado, le pega a todo, como también es el folk, ya que en su haber hay un disco compartido con el músico vasco Petti) que nutren las canciones de toda su trayectoria. 

La potente voz de Whitfield es comparable a la de Little Richard, Wilson Pickett y Solomon Burke, incluso él mismo bromeaba, durante la presentación de su banda, autodenominándose como Barry White. Sentido del humor no le falta ni tampoco energía. Bailó hasta la extenuación, golpeó con sus puños al aire, bajó en varias ocasiones a la platea a danzar con los allí presentes, saltó y demostró por qué en diversos medios especializados se le denomina como “el rey del rock'n roll y del rythym'n blues”. No podemos olvidarnos de los músicos que le acompañan. Veteranos y curtidos en mil escenarios, como es el caso de Peter Greenberg y  Phil Lenker, artífices, todos ellos, del monumental “Savages Kings”. Sudorosos, intensos, apasionados y arrolladores en piezas del calibre de “Bloody Mary”o “Bad Girl”. Dos bises fueran su propina a un público entregado y hambriento de mucho más. Concluyendo, al filo de la media noche, invitando a numerosas mujeres, que poblaban las primeras filas, a acompañarles en el escenario.

Autor: Rafa García-Moreno